“Me arrodillé para orar pero no por mucho tiempo, tenía mucho por hacer.
Tuve que darme prisa e ir a trabajar ya que los cobros muy pronto estarían ante mi. Salté de mis rodillas y mi deber cristiano estaba concluido.
Mi alma pudo entonces descansar plácidamente.
En todo el día no tuve tiempo de lanzar una palabra de aliento, ni de hablar de Jesús a mis amigos; se reirían de mi y me daría miedo.
No hay tiempo, no hay tiempo. Hay mucho qué hacer.
Ese era mi sollozo constante. No hay tiempo para darle a las almas en necesidad, sino hasta la última hora, la hora de morir.
Me paré frente al Señor, vine y permanecí cabizbajo, ya que en SUS manos sostenía un libro; el libro de la vida.
Dios echó una mirada a su libro y dijo: ‘No puedo encontrar tu nombre. Una vez estuve a punto de anotarlo, pero nunca encontré el tiempo’
¿Tienes ahora el tiempo para re enviar este mensaje?
Fácil Vs. Difícil
¿Por qué es tan difícil decir la verdad y tan fácil mentir?
¿Por qué tenemos tanto sueño en la iglesia, pero cuando termina el sermón repentinamente estamos tan despiertos?
¿Por qué es tan difícil hablar de Dios y tan fácil decir cosas sucias?
¿Por qué es tan aburrido leer una revista cristiana, y tan divertido hojear una con contenido repugnante?
¿Por qué es tan fácil borrar mensajes de Dios y re enviar mensajes sucios?
¿Por qué las iglesias y templos se vuelven más pequeños mientras los bares y discotecas crecen en tamaño?
De todos los regalos que podamos recibir, una oración es el mejor.”