La vida no es de dos Zonas: una clara y una oscura; hay que admitir que hay matices grises que debemos afrontar

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Publicado en AutoAyuda

Es muy cierto que para aceptar las cosas que no podemos cambiar; hay que reflexionar mucho, para llenarnos de valor y así, poder comenzar a cambiar aquello que nos suele suceder y que es motivo de queja o temor.

Con nuestra conducta actual, estamos atrayendo energías y acontecimientos hacia nosotros: así gene-ramos nuestro mediato o inmediato futuro afectivo y por ende, nuestro equilibrio o desequilibrio emocional.

Hay que aceptar que muchas veces, asumimos posturas tercas ante los demás y sólo vemos lo que “queremos ver”; incluso, fácilmente hacemos una “tormenta en un vaso de agua”.
Tratándose del ÁREA AFECTIVA, egos tales como el egoísmo, egocentrismo y orgullo, disfrazados bajo diferentes justificaciones, nos ocultan la Verdad.

La “tiranía mental” que a veces sin saber, se ejerce sobre los demás o dejamos que se ejerza sobre nosotros, menoscaba el desarrollo de nuestro potencial y habilidades.

La baja autoestima nos impide conocer que valemos mucho más de los que los demás pretenden hacernos  creer o nosotros mismos.

El malentendido “respeto humano” nos impide hacer valer nuestros derechos o defendernos o vencer nuestra timidez.

La pereza, disfrazada de cualquier pretexto para hacer nuestro “menor esfuerzo” a cada instante, nos hace perder oportunidades de avanzar, merecimientos y amigos.

La falta de “visión sistémica” de las relaciones y situaciones, nos lleva a apresurados juicios que sólo el tiempo se encarga de desvirtuarnos después de muchos “totazos” y a pesar de nuestra necedad, negligencia o  incuria.

La atención indebida a los chismes y exageración de escándalos que involucran a otras personas que no tienen arte ni parte en las decisiones de una pareja, o familia o responsabilidad personal, no nos dejan crecer emocionalmente, así como los condicionamientos de nuestra crianza no superados o no enfrentados; una parte o mucho de lo anteriormente mencionado, puede ser potenciado con el mal manejo del estrés, la angustia y la depresión que  pueden sobrepasar o abrumar la buena capacidad de respuesta, si nuestra actitud es sólo pasiva.

Si no tomamos la decisión más adecuada  para cada ocasión o simplemente la dilatamos, se corre el riesgo de convertirnos en víctimas de la tiranía mental, el chantaje emocional o el transformar-nos en “lastimeros” de primera.

En consecuencia, nuestra forma exterior de comportarnos, se limitaría a pasar como personas “asustetas y quejetas”; a buscar afuera o en las demás, soluciones pasajeras o, a culpar a alguien en particular, para así tener siempre la excusa ideal para disimular nuestra falta de valentía ante la vida y por último, a buscar la solución precisamente en donde se sabe que no está.
Muchas personas confían en que algún día, no muy lejano, las cosas cambiarán y muchas otras, simplemente se resignan “porque Dios lo quiere así”.
No muy pocas personas insisten en que ellas no son las que deben cambiar para que las cosas comiencen a cambiar.

Otras, muy ingenuas, son víctimas económicas de gente inescrupulosa que a través de diferentes medios de comunicación, ofrecen “ligar” a la persona amada de múltiples formas infalibles.
 Esos “aprovechadores” sólo se valen de la ignorancia de las LEYES ESPIRITUALES de sus víctimas y la de ellos mismos, para que un poco más tarde o más temprano, o al final del camino o la vida, sólo se coseche, en el mejor de los casos, que la persona “ofendida” tenga por un tiempo a su lado una “marioneta”, es decir, una persona sin voluntad ni gracia, apegada a una falda o calzoncillos, sin horizontes y sin mérito alguno languidecer.

Por otro lado, hay que entender que cuando se acude a “muletas”, para pretender “comprar” al otro de diferentes formas o, hacer que la otra persona “dependa emocionalmente de uno”, para conseguir el sometimiento de la voluntad de ese alguien o perpetuar una relación que ya no tiene una justificación espiritual en el sano sentido de la palabra, se debe admitir que simultáneamente, se está construyendo sobre “arenas movedizas” y no se puede pretender aceptar que con cosas materiales o simple-mente apegos, se pueda estar edificando una relación afectiva duradera y feliz.

El mantener el Área Afectiva armoniosa es clave para que la persona tenga en equilibrio emocional. Si se está en conflicto con los seres que nos interesan o estimamos, el rendimiento o desempeño personal es muy posible que se menoscabe.

Escriba sus metas en el Área Afectiva, diga cómo va a ser su comportamiento de hoy en adelante con sus padres, cónyuge, hijos y demás familiares. Si le es posible, individualice ese senti-miento para optimizar su esfuerzo.

Es necesario amar y sentirse amado o apreciado como ser humano individualizando.

Estas metas son de acción permanente, es decir, con sus afectos y amistades, se debe ser sincero en todo lugar y hora que se ofrezca la oportunidad de serlo.

Feng Shui para Todo y para Todos – Libro 3
Ernesto A. Contreras

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