Las dos caras del temido colesterol

0

Publicado en Correspondecia Recibida, Salud

“Es una molécula indispensable para la vida humana, que sin control provoca efectos deletéreos

Hay que balancear los niveles de HDL y LDL

Es indispensable, además, controlar los triglicéridos

Los hábitos alimentarios son fundamentales

No hay duda de que el colesterol tiene mala prensa, y no es para menos. La abultada presencia de esta sustancia en la sangre –situación que los científicos denominan hipercolesterolemia– constituye uno de los principales factores de riesgo cardiovascular y cerebrovascular.

Es –para ser más precisos– el punto de partida de la aterosclerosis, que con el paso de los años conduce al infarto o al accidente cerebrovascular.

Sin embargo, lo que pocos saben es que los seres humanos no podríamos vivir ni un solo minuto sin una adecuada cuota de colesterol en nuestras venas.

“Esta molécula de tipo graso es indispensable para la vida –afirma el doctor Alejandro Ugarte, jefe de la Sección Nutrición y Diabetes del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (Cemic) y coautor del libro “Colesterol: qué es y cómo controlarlo”–. Forma parte de las membranas de las células, de la estructura básica de muchas hormonas y de las sales biliares que intervienen en la digestión.”

El problema, como hemos anticipado, es su exceso: “Cuando hay niveles excesivos de colesterol en sangre, y éste no encuentra su destino normal, que son las células que lo requieren para funcionar, el excedente tiende a depositarse en la capa interna de las arterias o endotelio arterial”, explica el doctor Ugarte.

Allí, escondidas, las moléculas de colesterol generan un proceso inflamatorio que aglutina a otros elementos que circulan con la sangre, y que da lugar a la formación de una placa de ateroma que progresivamente va cerrando la luz de las arterias, según cuenta el especialista.

Todo transcurre en silencio hasta que una crisis hipertensiva o un esfuerzo, por ejemplo, rompe la pared del ateroma y vuelca su contenido al torrente sanguíneo.

Cuando esto sucede, el organismo intenta reparar la lesión de la placa, pero el intento es vano y lo único que logra es dar lugar a un trombo que termina obstruyendo la arteria. Cuando esto se produce en una arteria coronaria, estamos frente a un infarto, si ocurre dentro del cerebro, ante un accidente cerebrovascular o ACV.

Lo dicho permite comprender por qué es importante mantener al colesterol dentro de niveles aceptables (saludables, puede decirse).

¿Cuáles son esos niveles?

¿Qué mecanismos se activan en el organismo para que los niveles de colesterol estén por encima de los considerados normales? ¿A qué atribuye la ciencia el naufragio?

Las células que se nutren del colesterol poseen receptores que les permiten distinguirlo de otras moléculas. Cuando estos receptores empienzan a fallar, las moléculas de colesterol no pueden ser captadas por las células y vagan por la sangre; el efecto es el mismo cuando la producción de colesterol por parte del hígado supera la demanda de las células.

Aquí entra en escena el bueno de la película: las moléculas de lipoproteínas de alta densidad o HDL (por High Density Lipoprotein), popularmente conocido como “colesterol bueno”.

Cuando por alguna de esas razones el colesterol de las moléculas de LDL no es captado por las células, explica el doctor Ugarte, “puede ser transferido a otras moléculas, las HDL, que se encargan de recorrer el camino inverso, y devolver el colesterol sobrante al hígado”.

Bueno, eso depende de cuál de los distintos tipos de colesterol estemos hablando.

Como el colesterol es una molécula grasa, y por lo tanto, no es soluble en agua, para poder circular por la sangre debe estar siempre asociado a otra molécula que es la que le da, digamos, personalidad.

“Las distintas formas que adquiere el colesterol se nombran de acuerdo con la densidad de las moléculas a las que están unidas”, señala el doctor Ugarte.

Quizá la más conocida –y más temida– sea la lipoproteína de baja densidad o LDL (por Low Density Lipoprotein), a la que lo médicos apodan “colesterol malo”. Esta es la molécula encargada de transportar al colesterol que es producido en el hígado en su travesía hasta las distintas regiones del organismo.

Desgraciadamente, a veces las moléculas de LDL no llegan a destino, y ahí empieza la historia de la aterosclerosis.

Las causas no son sencillas, pero la medicina ha logrado explicarlas.

De ellas se desprende que no sólo es deseable que el colesterol total se encuentre dentro de niveles aceptables: también es un signo saludable una generosa cuota de colesterol bueno o HDL.

“Si ustedes me preguntan cuál es hoy el medicamento antitrombótico más eficaz, yo les responderé que es el colesterol HDL”, aseguró el doctor Valentín Fuster, director de cardiología de la prestigiosa Mayo Clinic y ex presidente de la American Heart Association, ante 1700 de los 3100 cardiólogos que participan del International Concurrent Scientific Events (ICSE 2003) que finalizó el 4 de mayo (2003) en Buenos Aires.

El comentario no es menor: la misión de los antitrombóticos es evitar la formación de un trombo en el interior de las arterias, que de ocurrir en las coronarias causa el infarto. Y adquiere más relevancia aún cuando lo que se trata de prevenir constituye la principal causa de muerte no sólo en la Argentina, sino en todo el hemisferio occidental.

En su conferencia, Fuster presentó estudios recientes que demuestran que un aumento significativo de los niveles de colesterol HDL o “colesterol bueno” permite no sólo detener el desarrollo de la aterosclerosis, sino también desandar el camino recorrido por la enfermedad.

¿Cuáles son los niveles aceptables o deseables en materia de colesterol? “Cuando uno habla de colesterol total, lo deseable es que sea menos de 200 miligramos por decilitro (mg/dl) –responde el doctor Ugarte–. Los valores límites se encuentran entro los 200 y los 239 mg/dl, y hablamos de colesterol elevado cuando éste va más allá de los 240 mg/dl.”

Hilando más fino, a la hora de leer los análisis de colesterol en sangre hay que recordar que es preferible que los niveles de LDL estén por debajo de 160 mg/dl para las mujeres premenopáusicas, y menores a 130 mg/dl para los varones y las mujeres que han atravesado la menopausia.

“A aquellas personas en las que se ha hallado una evidencia de lesión arterial o que tienen diabetes se les pide que sus niveles de LDL estén por debajo de 100 mg/dl”, agrega Ugarte.

En cuanto al HDL, completa este médico nutricionista, “lo deseable (tanto para hombres como mujeres) es que esté por arriba de 40 mg/dl, y es realmente beneficioso a partir de los 60 mg/dl. En estos casos, su presencia es considerada un factor de protección cardiovascular”.

Por último, resta mencionar a otro tipo de lípidos: los triglicéridos. Estos son trasportados por una tercera molécula, la lipoproteína de muy baja densidad o VLDL (por Very Low Density Lipoprotein).

“Aunque individualmente no constituyen un factor de riesgo, si su presencia en sangre es elevada –esto es por arriba de 200 mg/dl– al mismo tiempo que los valores de HDL son reducidos, este último pierde su función protectora.”

Para poder mantener al colesterol bajo control, lo primero es tener un estado de situación de este potencial enemigo.

En los adultos sanos, la recomendación es hacerse un análisis de colesterol en sangre y, si los valores son normales, repetirlos cinco años más tarde.

Cómo combatirlo

Ahora, si los niveles resultan estar fuera de lo que se considera saludable, el control debe repetirse anualmente.

¿Cuál es el camino por seguir en este último caso?

“En primer lugar, hay que tomar en cuenta de que, si bien sólo la cuarta parte del colesterol que circula en la sangre ingresa al organismo a través de los alimentos (el resto es producido por el mismo individuo), la influencia de la alimentación sigue siendo muy importante –afirma el doctor Ugarte–. Cuando una persona consume muchas calorías y tiene cierta predisposición genética, esta gran ingesta de calorías favorece una gran producción de colesterol.”

Dicho en términos sencillos: para las personas con colesterol elevado, la primera recomendación es no consumir calorías de más.

“Cuando un paciente viene a mi consultorio con colesterol elevado, lo primero que observo es si tiene sobrepeso; casi afirmativo, la indicación es bajar de peso –cuenta Ugarte–. Si está en su peso normal, lo aconsejable es que haga una dieta con predominio vegetariano, ya que los vegetales no contienen colesterol.”

Otras medidas para colaborar en la lucha contra la hipercolesterolemia son el abandono del hábito de fumar y la actividad física, dos factores decisivos.

Pero si la modificación de las pautas alimentarías y la adopción de las medidas recién mencionadas no consigue torcerle el brazo al temido colesterol, sólo entonces se recurre a tratamientos medicamentosos para disminuir sus niveles en sangre.

No es fácil que una persona con colesterol elevado respete al pie de la letra las indicaciones de su médico. Según un estudio de la Sociedad Argentina de Cardiología, el 43% de los pacientes con hipercolesterolemia abandona la medicación recetada para combatir esta condición que afecta a alrededor del 35% de los argentinos, y que constituye uno de los principales factores de riesgo del infarto.

A las dudas y temores habituales de los pacientes antes de todo tratamiento que en teoría ha de ser de por vida, se le agregó hace un año y medio el fantasma de Lipobay.

Cuando la farmacéutica Bayer decidió retirar esta droga del mercado por sus efectos adversos, los consultorios de los médicos se vieron desbordados de llamadas de angustiados pacientes que tomaban éste u otro medicamento para controlar sus niveles de colesterol.

¿Son seguras y efectivas las drogas que actualmente se utilizan para combatir el colesterol? Si, coincidieron los especialistas consultados por LA NACION. Claro que, como todo medicamento, aquí también existen efectos adversos que desalientan su uso sin indicación y supervisión médica.

Pero si de lo que se trata es de mantener los niveles de colesterol dentro de límites saludables, siempre es bueno recordar que los medicamentos no constituyen la única herramienta de la que disponen los médicos para lograrlo, ni tampoco la primera a la que debe recurrirse.

“La mitad de las personas que tienen colesterol elevado podría beneficiarse simplemente mediante un cambio de su estilo de vida: modificar la dieta, bajar de peso y hacer ejercicio permitirían resolver buena parte de los casos de hipercolesterolemia”, dijo el doctor Alejandro Ugarte, jefe de la Sección Nutrición y Diabetes del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (Cemic).

“Cuando un paciente llega a mi consultorio con colesterol elevado, lo primero que observo es si tiene sobrepeso; en caso afirmativo, la indicación es bajar de peso -explicó el doctor Ugarte-. Si está en su peso adecuado, lo aconsejable es una dieta con predominio vegetariano, pues los vegetales no contienen colesterol.”

En primer lugar, habría que dejar en claro cuándo uno puede empezar a hablar de colesterol elevado, ya que los análisis que cuantifican la presencia de los lípidos en la sangre suelen aportar muchas variables: colesterol total, LDL, HDL y triglicéridos.

- Colesterol total: lo deseable es que se encuentre por debajo de los 200 miligramos por decilitro (mg/dl). Entre los 200 y los 239 mg/dl se está en el límite con el colesterol alto que comienza más allá de los 240 mg/dl.

- LDL o colesterol malo: debe ser menor a 160 mg/dl para las mujeres premenopáusicas, y menor de 130 mg/dl para los varones y las mujeres que han atravesado la menopausia. En las personas con evidencias de lesión arterial o diabetes se pierden valores menores a 100 mg/dl.

- HDL o colesterol bueno: lo deseable es que haya más de 40 mg/dl, aunque por arriba de 60 mg/dl se convierte en un factor protector de la salud cardiovascular.

- Triglicéridos (TG): se recomiendan valores menores a 150 mg/dl.

Las combinaciones a que pueden dar lugar estas distintas formas de lípidos son las que van a determinar cuál es el tratamiento por seguir. Pero, como hemos mencionado, lo primero no son los fármacos.

Más allá de reducir la ingesta calórica, y reemplazar grasas animales por vegetales, existen ciertos alimentos que resultan muy buenos aliados de todo aquel que busque controlar sus niveles de colesterol.

“Existen margarinas, leches y yogures enriquecidos con fitoesteroles, que son un producto natural de los vegetales que permite reducir el colesterol -señaló el doctor Alfredo Lozada, jefe del Centro de Lípidos y Prevención, del Instituto Cardiovascular Buenos Aires (ICBA)-. Por otro lado, los pescados de aguas frías contienen omega 3, una sustancia que ayuda a reducir los niveles de triglicéridos.”

Adoptar una rutina de ejercicio físico -en especial, aeróbico- y abandonar el tabaquismo son otros dos cambios de hábito que colaboran en la lucha contra el colesterol elevado.

Alternativas terapéuticas

Cuando los cambios propuestos no demuestran ser suficientes para torcerle el brazo al colesterol, sólo entonces se recurre a los medicamentos. La elección de la terapia adecuada dependerá del perfil lipídico del paciente en cuestión.

Para aquellos en los que el colesterol LDL es el problema, la terapia de elección son las estatinas. “Estas drogas regulan los receptores del colesterol LDL, estimulando su absorción por parte del hígado”, explicó el doctor Lozada. “Sus efectos adversos son muy poco frecuentes -agregó el doctor Ugarte-; puede causar un aumento de las enzimas hepáticas o musculares, pudiendo ocasionar inflamación hepática o muscular.”

Es por eso que cuando se indica un tratamiento con estatinas los médicos suelen monitorear el comportamiento de estas enzimas. Aun así, coinciden ambos especialistas, éstos son medicamentos con décadas de uso en humanos que avalan su seguridad.

Cuando lo que se encuentra fuera de control son los triglicéridos se recurre a los fibratos. “Estos medicamentos actúan sobre las moléculas que transportan los triglicéridos, reduciendo su presencia en la sangre”, apuntó Ugarte. “Su efecto adverso más frecuente es la formación de cálculos biliares”, completó Lozada.

A veces, niveles elevados de colesterol LDL y de triglicéridos pueden coexistir en una misma persona. “En ese caso, primero se indican las estatinas, pues en altas dosis no sólo reducen el LDL sino que también bajan un poco los triglicéridos. Cuando esto no resulta se combinan estatinas y fibratos, pero con mucha vigilancia, ya que la combinación potencia el riesgo de efectos adversos de ambos medicamentos”, dijo Ugarte.

“Una situación más rara es tener que tratar niveles muy bajos de HDL, lo que a veces ocurre en personas que fuman, que tienen mucho sobrepeso o que no hacen ejercicio -comentó Lozada-. En estos casos se puede recurrir a una vitamina, el ácido nicotínico, que además de subir el colesterol bueno, baja el malo y los triglicéridos.” Claro que también tiene su costado no deseado: “Eleva el azúcar, sube el ácido úrico y da calores parecidos a los de la menopausia”.

La lista de medicamentos para tratar el colesterol elevado no se agota aquí; es más, pronto llegará a la Argentina un nuevo medicamento -el ezetimide- que ampliará aún más el arsenal terapéutico. Pero lo que debe tenerse en cuenta es que “tomar un medicamento no exime a una persona con colesterol elevado de realizar una dieta adecuada que potencie el efecto buscado”, concluyó Ugarte”.

 

 

 

Escribenos tu comentario