“Aunque tenga sus ventajas y nos pueda ayudar a cambiar para mejorar, la envidia también puede ser peligrosamente destructiva. Quien se impresiona de tal modo que llega a amargarse cuando otra persona tiene algo —éxito, belleza, juventud— que él o ella no tiene, esto en cierta forma le hace desperdiciar el potencial de su propia vida y perder así la oportunidad de ser más feliz.
Lograr lo que envidiamos en otros no significa que eso nos va a traer la felicidad. Quizás la yerba del otro lado de la cerca nos parezca siempre más verde que la nuestra, pero —de esto puedes estar segura— cuesta el mismo trabajo cortarla”.
