Con qué no colgar un cuadro en la pared

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Publicado en Arquitectura, Sugerencias

Cuando uno arrienda, hay muchas exigencias al inquilino que hasta la mujer se convierte en el auditor en casa de la inmobiliaria. “Qué no haga esto”, “que no haga lo otro”, y si es en un conjunto cerrado o torre de apartamentos, las reglas se multiplican. Mejor dicho, la alternativa que queda es ver TV y comer sin ruido alguno.
Pero lo que llamó mi atención para sentarme a redactar la siguiente nota (imagine si estaré muy ocupado), fué lo siguiente: el desafío de colgar un cuadro en la pared sin que ello tenga consecuencias cuando se llegue el tiempo de entregar el apartamento a la inmobiliaria sin ningún rasguño alcabode un año.
El “Control Interno” hablando en términos contables precisos y no auditoría como dije antes, de plano descartó las puntillas como tímidamente lo sugerí.
Entonces, terminamos escogiendo unos accesorios de plástico que decían “Made in Argentina” que prometían según las etiqueta aguantar pesos de 3, 6 libras y más allá.
Era tan sencillas las instrucciones de aplicar en la pared y hacerles presión contra la pared por treinta segundos que compré sobres de distintos pesos porque mis cuadros eran de distintos tamaños y pesos. También decía que antes de colgarlos se debía esperar 12 horas apenas.
Como 15 cuadros colgué en los días siguientes, eran de diferente peso por lo cual quise ser muy flexible en cuanto a exigencias hasta el punto que cuando apliqué sobre la pared el accesorio, en lugar de hacerles una presión de sólo 30 segundos, esperé firmemente 2 minutos para dejarlo super bien fijad. Les recuerdo que las instrucciones decían lieralmente que debía esperar 12 horas para colgar el cuadro, pero yo ni corto ni perezoso y muy colaborador, preferí esperar 24 y 48 horas.
Igualmente, al accesorio sobre el cual la etiqueta decía que tenía una capacidad de 3 libras de aguante, sólo le colgué un cuadrito de apenas 1 libra y al que decía que podía con un peso de 8 libras, sólo le colgué un cuadro de 4 libras o menos. Todo estaba perfectamente calculado.
A los pocos días, las paredes vestidas con tanto esmero y mejor gusto del apartamento, comenzaron a entregar al piso pudorosamente y estruendosamente lo que las cubría y con tanto orgullo lucían. Uno a uno, en diferentes horas del día o la noche, se caían mis cuadros.
Estadísticamente cavilaba para mis adentros, que el control de calidad de la empresa argentina que exportaba estos accesorios, no podía equivocarse tanto como hasta el punto de que ninguno fuera a quedar colgado.
Pues bien digo mal, de 15 cuadros van 12 caídos con mucha bulla hasta ahora.
La pregunta que me hago es ¿qué tanto resistirán los 3 que quedan?
Respecto a la causa del porqué se han venido cayendo los cuadros que colgué en el apartamento, les cuento que cobra cada vez mayor credibilidad el hecho de que no seguí al pié de la letra las instrucciones, es decir, al accesorio de tres libras de aguante de peso debí ponerle exactamente 3 libras y no menos, debí esperar exactamente 30 segundos y no dos o más minutos haciendo presión contra la pared y no esperar 24 horas sino las que decía la etiqueta 12 para colgar el cuadro y así sucesivamente…
El dilema:
¿Tendré que volver a mis puntillas o empacar los cuadros y guardarlos debajo de la cama porque Control Interno prefiere dejar las paredes sin vestir por cumplirle a la inmobiliaria?

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